El bosque de Gulubú

El bosque de Gulubú
Sarah Preston

"¿Ustedes vieron esos libros-sorpresa que cuando uno los abre aparecen figuritas de pie?

Bueno, igualito es el bosque de Gulubú. Como las marionetas dormidas. Uno le tira de los hilos y ellas se ponen de pie, bailan y se mueven.

El bosque de Gulubú está planchado en el suelo, y cuando su dueño tira de los alambres, los árboles y los yuyos y las casitas y los bichos aparecen todos como diciendo:

Aquí estamos. Estábamos jugando a la escondida. "(...)


"Por eso, si ustedes alguna vez encuentran detrás de un árbol, o detrás de cualquier cosa, a un inspector enanote y sabihondo que les dice que no es posible que existan un enanito y 7 Blancanieves, o que no es posible que exista cualquier cosa linda, ustedes pueden contestarle:

–Sí señor, existe, en el bosque de Gulubú."


Dailan Kifki

Maria Elena Walsh






lunes, 12 de noviembre de 2012

Cuestión de actitud. El derecho a gatear

"¿Cómo? ¿La gata Cachimba no estaba en Pehuajó? Estaba, sí pero buscando un buen rincón donde parir sus crías. Así llegó hasta los pagos de Poncho Rabón (a 765 kilómetros) y se quedó en lo de García, aunque los bebés humanos no les gustan nada, pero lo que se dice nada.
En cuanto lo ve gatear a Verdecito, le muestra los colmillos y le dedica un sifonazo feroz. ¡Los únicos con derecho a gatear son los gatos, caramba!"

El Gaucho
Maria Elena Walsh

No, gata Cachimba estás equivocada, las personas, especialmente las pequeñas, tienen derecho a gatear.

Muchas veces, en distintos ámbitos vemos niños y bebes manipulados por adultos en actitudes que son interpretadas como de ayuda, pero que no ayudan en nada al bebé, más al contrario estan interfiriendo en el desarrollo natural. Me refiero a incorporarlo, sentarlo, hacerlo caminar de la mano,...cuando aún no está preparados para ello. Esto es perjudicial porque, por un lado nos estaremos saltando etapas y movimientos necesarios para la adquisición de nuevas habilidades y por otro le privamos de la satisfacción de su logro personal a la vez que le hacemos dependientes de nuestra ayuda.





Según Emmi Pickler, pedíatra y directora del Instituto Lóczy de Budapest, si las condiciones son adecuadas, el desarrollo motor es espontáneo y es preferible que el niño aprenda por sí mismo a sentarse y a desplazarse. Pickler daba gran importancia a la relación con el adulto a su cargo, creando un ambiente relajado especialmente durante los momentos de cuidado, en los que sin apuro va envolviendo al niño con su voz y su mirada explicando en cada momento lo que va a hacer y manipulándolo con delicadeza y respeto. De esta manera el niño construye una seguridad afectiva que lo acompaña en sus momentos de exploración autónoma. Dicho de otra manera, si el niño recibe suficiente atención personalizada, respetuosa y amorosa es capaz después de dedicarse a explorar el ambiente de forma autónoma.


La recomendación es ofrecer un espacio amplio y seguro donde el niño pueda moverse en libertad, y colocar siempre al bebé tumbado boca arriba, porque será desde esta posición que él mismo adquirirá mediante movimientos y posiciones intermedias la postura deseada cuando su sistema nervioso y muscular esté lo suficientemente desarrollado para ello. Este proceso le permite un aprendizaje y un dominio de su cuerpo y del equilibrio que lo convertiran, según las observaciones de Emmi Pickler, en niños más ágiles y más autónomos. Además el hecho de que hayan adquirido nuevos movimientos por sí mismos, influye favorablemente en la construcción de una buena autoestima y en la evolución del desarrollo intelectual. 

Tener esta actitud para con las personas pequeñas supone muchas veces para el adulto replantearnos la relación con el niño, nuestra supuesta superioridad y confiar en sus capacidades,  valorar su persona, su autonomía, sus emociones, su intencionalidad y respetarla.
Tener esta actitud no intervencionista no quiere decir no hacer nada, necesitan nuestra presencia atenta y nuestro acompañamiento respetuoso para sentirse seguros afectivamente y avanzar a explorar y desarrollarse.


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